Retratos

Jesús de Miguel

23 JUL > 23 SEP 2022

Una pulsión incontenible

La sensibilidad y la inspiración, el trabajo y la transpiración, la velocidad y el azar, la intuición y la improvisación, la imaginación y el subconsciente. Crear como una pulsión incontenible, como algo esencial, como eso que nos define y que nos ubica, una razón de ser, de hacer, de estar, de vivir y de crecer. Jesús de Miguel es un artista sin guion porque hay cosas que no se pueden prever, porque lo que late, late sin remedio. 

Como un músico de jazz con intereses mutantes y frenéticos, como un DJ omnívoro que remezcla lo que le gusta, nuestro artista no agrupa sus obras por series sino que lo hace por sesiones, por espacios temporales breves o extensos donde la creación, el instinto, las ganas y el talento convergen para que se produzcan una o mil piezas, todas o ninguna, el ensayo, el error y el acierto. 

Una energía arrolladora, y en ocasiones su exceso, le obliga a un autocontrol que busca la sencillez, que pretende esa simplicidad de unas formas que corren el riesgo de ser sepultadas por la desmesura de la pasión y del deseo, por una voluntad creativa sin límites ni freno. Allí donde su voracidad se detiene a tiempo es donde se encuentran sus mejores obras, aquellas que eluden ese “más” que casi siempre es “menos”. 

Ese camino hacia lo básico, hacia lo esencial que no renuncia a la expresión, a la vibración y a la fuerza, es el que recoge esta exposición para el Estudi Tur Costa de Ibiza. Una propuesta que reivindica la autonomía de la pintura a partir de sus valores intrínsecos: el gesto, el color, el soporte, la abstracción, una deliberada ausencia del virtuosismo técnico, unas formas que solo se intuyen, unos trazos que apenas componen una estructura, una materia casi comestible, un equilibrio tan sutil como inestable, unas obras que apelan a la pintura por la pintura y al arte por el arte.

Pero las piezas de Jesús de Miguel no son un mero ejercicio estético, también hay una ética que subyace, una idea que nos interpela sobre la necedad humana, sobre el absurdo, sobre el error como distorsión pero también como tabla de salvación, sobre el origen de las cosas, sobre la mística, la genialidad y el pensamiento, sobre la alienación tecnológica y la vorágine contemporánea, sobre la contemplación y la introspección, sobre el hedonismo y la búsqueda del placer. Muchos conceptos juntos, algunos revueltos y el cuadro como eficaz contenedor autónomo de todo ello.  

Y en ese privilegiado dispositivo, sin angustias ni complejos, se dan cita las influencias creativas del artista. Allí comparecen dadá y el pop underground, el informalismo americano y la ciencia ficción, la alta y la baja cultura, el cine y la televisión, los cómics y los tebeos, el punk y el trash, las pinturas rupestres, el emoticono y el jeroglífico, el signo y el símbolo, la poesía visual y el gesto anárquico, los héroes clásicos y los personajes de serie B, el sentido del humor y la ironía. Una amalgama de intereses y emociones que reflejan esta pulsión incontenible que llamamos arte y que padecen algunos seres sensibles como Jesús de Miguel.

Fernando Gómez de la Cuesta

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